PLATAFORMA 2010
La Juntada de la Izquierda Independiente + El Viejo Topo Cauce (Lista 18)
¡Qué siga la refundación! ¡Profundicemos la democratización del Cecso!
1- Política Nacional. Una Perspectiva desde abajo y a la izquierda| Ver
2- Modelo de Centro. Haciendo camino al andar. Propuestas | Ver
3- Sobre los espacios de gestión. Sobre nuestras formas de organización y espacios de participación | Ver
4- Una lucha para la historia. Organizados desde abajo para ganar | Ver
5- Modelo Educativo. Acerca de la mercantilización del conocimiento y nuestro proyecto de Universidad | Ver
En estas semanas vamos a debatir qué Centro queremos construir, para qué Universidad y para qué sociedad. Ante el debate abierto sobre el rol que debe cumplir el CECSo consideramos que debe ser un espacio que contenga las diferentes expresiones políticas, una referencia para el conjunto de los estudiantes, una herramienta para la articulación y organización que motorice las broncas colectivas que puedan expresarse en acciones transformadoras.
En este sentido venimos construyendo y encontrándonos. Apostamos hoy a la conformación de un espacio político, convencidos de la necesidad de aportar a la construcción de una nueva cultura política anclada en la vocación de síntesis de nuestras experiencias. Entendiendo que las mismas pueden aportar a fortalecer un camino común que nos permita trascendernos como organizaciones para abonar así a las experiencias ya existentes basadas en la construcción de poder popular de las cuales nos sentimos parte.
Sabemos que no somos los únicos que transitamos este camino desde abajo y a la izquierda, por eso invitamos a todos y todas a recorrerlo juntos.
Política Nacional: Una perspectiva desde abajo y a la izquierda
No voy a comer fruta amarga
La realidad política actual expresa todavía el proceso abierto en el 2001, señalando todas sus contradicciones. La muerte de Néstor Kirchner, quien asumió su mandato para recomponer la crisis del poder, fue un cimbronazo para el gobierno y provocó una conmoción en amplios sectores de la sociedad, que lo consideran algo distinto a la “clase política” que nos llevó a la peor crisis de su historia, producida por el modelo neoliberal.
La derecha no esperó siquiera al duelo para vaticinar sus pronósticos más macabros, señalando con distintos eufemismos aquel “viva la muerte”, dejando en evidencia una vez más su carácter retrógrado y gorila. Esta derecha argentina, vinculada a los peores años de dictadura cívico-militar, es la abanderada de la represión, la miseria y la tiranía. Representada por las patronales del campo en la Mesa de Enlace, apoyada por Clarín, La Nación y todas las variedades mediáticas de los pulpos monopólicos, la “oposición” motivó un enfrentamiento con el gobierno a partir de la resolución 125 que dio como resultado una polarización político - social.
No coincidimos con aquellos análisis reduccionistas que consideran que Kirchner y Macri son lo mismo. Expresan un error en la definición, limitando la capacidad de interpelar y disputar en esta realidad compleja. Ambos representan a dos bloques diferentes de la política burguesa que se encuentran actualmente enfrentados. El Gobierno logró sacar rédito de esta confrontación, buscando desarrollar una base social y haciendo foco en las medidas más progresivas de su gestión. No es posible entender la enorme movilización que acompañó la muerte de Kirchner sin tener presente la importancia de la anulación de la Ley de Obediencia Debida y Punto Final, la nueva Ley de Medios, la Asignación Universal por Hijo, la Ley de Matrimonio Igualitario, entre otras políticas que retoman algunas reivindicaciones del campo popular y son el resultado de luchas sociales, muchas de las cuales tienen un recorrido de más de 30 años. Por ejemplo, los juicios a los genocidas expresan un gran avance respecto de los años más sanguinarios de nuestra historia y, aunque alcancen sólo a un puñado de los responsables, son una conquista indispensable para la memoria, la verdad y la justicia.
Sin embargo la realidad es más compleja; así como reconocemos estos avances no podemos apoyar un gobierno que tiene como “columna vertebral” a la burocracia de la CGT y el PJ. Tampoco compartimos un “proyecto nacional” basado en ganancias empresariales extraordinarias, que profundiza la brecha entre ricos y pobres; un modelo de saqueo y explotación de nuestros recursos naturales, que contaminan la vida de las poblaciones y destruyen la naturaleza.
El crecimiento económico impulsado con la salida de la convertibilidad, y sostenido por las enormes divisas del sector primario con el modelo extractivo-exportador, tiene como reverso la devaluación de la mano de obra y la continuidad del trabajo precarizado y terciarizado, garantizando una mayor ganancia a través de un mayor nivel de explotación. Mientras tanto, la burocracia sindical y sus patotas son la herramienta de control hacia los trabajadores. Estas cúpulas sindicales-empresarias, vinculadas en algunos casos con el aparato represivo de la década del setenta, constituyen en la actualidad las mafias de la democracia que se han cobrado recientemente la vida del compañero Mariano Ferreyra.
Así como condenamos la impunidad de ayer, también condenamos la que existe hoy. Es por esto que rechazamos la baja de edad de imputabilidad venga del gobierno de Macri o del de Scioli; luchamos por la aparición con vida de todas las mujeres y niñas secuestradas por las redes esclavistas de prostitución denunciando la íntima complicidad de la policía, intendentes, funcionarios y la justicia; rechazamos la criminalización de la protesta social y de la pobreza que a diario se efectiviza en la tortura y asesinato de pibes a manos de la policía; y queremos la condena de los responsables de la desaparición de Luciano Arruga, del asesinato de Silvia Suppo y la desaparición de Julio López. Todo esto no es solamente “herencia de la dictadura” sino que constituyen estrategias de disciplinamiento social propias del régimen democrático, las cuales fueron y son sostenidas por el actual Gobierno.
Nuestro proyecto es anti-capitalista y pretende ser un desafío frente a los aparatos que domestican al pueblo, a las empresas que lo controlan y explotan, y una apuesta al desarrollo del protagonismo social, a la autoorganización salida de las entrañas de los sectores subalternos, para que la política sea realmente fruto de la decisión colectiva, construyendo poder popular y un horizonte de liberación para los y las oprimidos. Somos hijos e hijas del 2001, de la rebelión popular que cortó rutas, que se organizó en asambleas, que recuperó fábricas, que hizo piquetes y escraches, y que se movilizó contra el estado de sitio del poder político. Somos parte de los movimientos sociales, de los desocupados que piden por cooperativas sin punteros, de las mujeres que luchan por sus derechos, de los estudiantes que quieren una educación en condiciones dignas, de los trabajadores que enfrentan la burocracia, de las poblaciones que luchan contra la minería a cielo abierto y el uso de agrotóxicos. Queremos construir una nueva cultura política, sin lógicas verticalistas y sectarias, sin caudillos ni bases, sin aparatos y clientes, donde todos seamos parte de las decisiones vitales y sepamos unirnos en la diversidad para conquistar nuestros derechos. Otra cultura y otras prácticas surgidas desde abajo y a la izquierda.
Nuestra América resiste y avanza
Somos parte de los procesos de cambio que atraviesan nuestro continente. Miles de luchas populares contribuyeron a poner en crisis al neoliberalismo y a vislumbrar que el capitalismo no es el único mundo posible. A partir de construcciones multisectoriales entre campesinos, trabajadores, juventud, pueblos originarios, mujeres, asistimos a la irrupción del movimiento popular latinoamericano, con nuevas experiencias desde abajo que trazan horizontes de transformación.
Los procesos que llevan adelante los pueblos de Venezuela, Bolivia y Cuba son los ejemplos más palpables de cambio social y enfrentamiento con el imperialismo. Al mismo tiempo nos muestran las dificultades de que el poder popular se haga predominante, y nos recuerdan que para que las construcciones desde abajo se proyecten hacia un cambio estructural tendremos que recorrer un largo y duro camino atravesado por contradicciones. Son la expresión de que podemos construir en realidades concretas mediante avances en la organización autónoma de los sectores populares y en la conquista de derechos fundamentales con una perspectiva hacia el socialismo.
A fin de cuentas, como se lee en algunas paredes de la Cuba que Resiste, seguimos creyendo en la tarea de “luchar contra lo imposible y vencer”.
Juventud, divino tesoro…
El estallido social de 2001 tuvo múltiples manifestaciones de repudio a una casta política corrupta, a sus instituciones, al modelo económico neoliberal y a la cultura frívola que promueve el individualismo y el consumismo. Los y las jóvenes tomamos la política en nuestras manos desde abajo y en las calles, con los piquetes y las asambleas. Rechazamos la ideología del orden y del “no te metás”, articulando con los distintos actores y movimientos sociales. Aprendimos a los palos cómo se sostiene el orden cuando mataron a Pocho Lepratti, a Maxi y Dario, a Fuentealba, y viendo como la impunidad continúa en democracia cuando desaparecieron a Julio López.
Nos volvimos a encontrar defendiendo la educación pública, en los escraches contra los represores, en los comedores y Centros Culturales, en los Bachilleratos Populares, en las movilizaciones sociales, en los Encuentros Nacionales de Mujeres, en las Asambleas Ambientales, en los Medios Alternativos de Comunicación, en las fábricas recuperadas… luchando contra este sistema que nos saquea, nos explota, nos prohíbe el aborto y nos contamina. Estas diversas experiencias contribuyen a la acumulación política del campo popular, contraponiéndose a la cultura del dogma, el vanguardismo y la “bajada de línea”.
Nuestra identidad es rebelde e independiente, heredera de la juventud que en los ‘70 dejó todo, hasta su vida, por la construcción de hombres y mujeres nuevas. Somos una juventud que no se conforma con “lo que hay”, que se “ ha echado a andar y su marcha de gigantes ya no se detendrá…”
POLITICA EDUCATIVA
Cuentas claras:
- En el proyecto de Presupuesto 2011 encontramos casi $150.000 millones para deuda externa; $30.500 millones para Educación (y $13.400 millones para Salud). Es decir, para Educación la asignación es 5 veces menor que para el pago de la Deuda, y para Salud 11 veces. No sólo eso, sino que el aumento del presupuesto corre detrás de la inflación y no la alcanza. Además, dentro del presupuesto 2011, son incorporados fondos subejecutados del año anterior (qué paradoja que con las condiciones paupérrimas en que está la Educación Pública, el escaso presupuesto no se ejecute…)
- ¿Es cierto que más del 6% del PBI se destina a la Educación? Sí. Sin embargo, hay que aclarar que no se trata de financiamiento estatal a la educación pública, sino que contempla el total de “inversión en Educación”. ¿Qué significa esto? Que el Estado financia también a la educación privada, y esa inversión está contemplada en ese porcentaje.
MODELO DE CENTRO: Haciendo camino al andar
No nacemos de un repollo. Desde la recuperación de los centros por parte de la izquierda, hasta ese entonces en manos de la Franja Morada –máxima expresión de centros vacíos y de servicios-, comenzamos a transitar un proceso de democratización. Esto permitió ponerlos definitivamente del lado de quienes defendemos la educación pública y luchamos por transformarla. Así más compañeras y compañeros pudieron sentirse parte y contar con una herramienta para organizarse.
Si bien esto constituyó un avance, presentó sus límites al ser incapaz de construir al CECSo como una herramienta de todos los estudiantes, que tenga una existencia propia y que sea una referencia colectiva. La autorreferencialidad por parte de anteriores conducciones que no establecían ninguna diferencia entre el CECSo y sus propias agrupaciones, al mismo tiempo que dotado de puros consignismos sin abordar la totalidad de la disputa en la universidad, derivó en un centro con consignas de lucha pero incapaz de ser la instancia de organización del movimiento estudiantil en su conjunto.
El conflicto del 2008 significó un punto de inflexión y habilitó una experiencia de maduración política del movimiento estudiantil que se expresó en los cambios en el CECSo. Este intento de transformación del que participamos muchas organizaciones y estudiantes no agrupados, con sus aciertos y errores, permitió que el Centro pueda ser entendido como una herramienta que trascienda a su conducción. Así, con un funcionamiento basado no sólo en asambleas sino también en comisiones y la –reciente y embrionaria- experiencia del cuerpo de delegados, pudimos llevar adelante de conjunto numerosas iniciativas: jornadas culturales y de debate de distintos temas, revistas, festivales, que fueron producto de este impulso.
Entendemos que los pasos dados nos permiten hoy plantearnos nuevos desafíos; continuar apostando a los espacios de organización de base y al debate en nuestros cursos, de manera de seguir luchando por nuestras reivindicaciones. Ámbitos que nos permitan motorizar y contemplar las inquietudes de la heterogeneidad de quienes estudiamos en la Facultad; avanzando en el camino que emprendimos para aportar a la reconstrucción de un movimiento estudiantil crítico, activo y protagonista. Por esto decimos que este proceso de refundación aún no se ha agotado y que debe avanzar profundizando la democratización de la herramienta gremial de las y los estudiantes.
El centro del debate: ¿qué CECSo queremos?
En el camino de reconstruir el movimiento estudiantil como sujeto político capaz de enfrentar grandes luchas -como en la Reforma del ’18, en el Cordobazo, contra la LES en los ’90 - es necesario dar batalla en varios frentes. Y por eso, necesitamos un Centro capaz de asumir la defensa de la educación pública en todos los terrenos.
Esto lo hacemos exigiendo y consiguiendo comedores universitarios a precios populares, becas de apuntes, jardines maternales para los hijos de los estudiantes y trabajadores, condiciones dignas de cursada, etc. Pero también, partiendo de la necesidad de pensar y discutir la forma en que se construye el conocimiento en la Universidad (relaciones político-pedagógicas) y el contenido del mismo (para qué y para quiénes nos formamos), incorporando la disputa por el sentido de la producción del conocimiento y dando la batalla cultural. Queremos un conocimiento que, en vez de subordinarse a las necesidades del mercado, pueda aportar críticamente a la transformación social.
Para poder emprender esta tarea, entendemos que el Centro debe ser autónomo de las gestiones y gobiernos de turno, para valerse de sí mismo y respaldarse en su capacidad como sujeto político colectivo. No se trata de repetir frases hechas. Quienes pensamos esto nos hemos encontrado en la práctica, junto con otras organizaciones y estudiantes no agrupados en la construcción y prefiguración del Centro que queremos.
En este sentido, la discusión no puede quedar relegada en manos de quienes están circunstancialmente en la conducción, sino que se impone la necesidad de debatir qué es el centro de estudiantes hoy, qué forma tiene, para qué sirve y cómo queremos que siga siendo.
La apuesta sigue siendo un Centro de Estudiantes que democratice la toma de decisiones y multiplique las instancias de participación y debate, que nos permita como movimiento estudiantil profundizar nuestras discusiones y nuestra intervención política. Que estos espacios sean reales y permanentes, y que puedan articular y ser un canal de las diversas experiencias militantes ya existentes en el movimiento estudiantil.
Consideramos imprescindible, consolidar el CECSo como herramienta para la articulación y organización que motorice las broncas colectivas fortaleciendo laidentidad de la juventud que hace política, construye poder popular y busca transformar la realidad.
Partiendo de este piso y de este balance, vemos no sólo posible si no necesaria la profundización de este camino en curso.
En este sentido proponemos avanzar con un Centro que aborde lo gremial, lo cultural y lo académico, para llegar a 10 años de la rebelión popular de 2001 con mucho más debate, más articulación y más organización.
¡Sigamos organizándonos! Hagamos del CECSo nuestra herramienta para luchar por más presupuesto para la Educación Pública, por la democratización del conocimiento, del acceso y la permanencia en la Universidad, y de los órganos de cogobierno. Organicémonos por el cierre de las causas abiertas a estudiantes. Participemos de la democratización de nuestra herramienta gremial...
PROPONEMOS:
· PUBLICACIONES
Continuar con la revista e impulsar nuevas producciones que nos permitan pensar la producción del conocimiento no desde un lugar meritocrático e individual, sino colectivo y en función de las necesidades de nuestro pueblo. Algunos de los ejes que proponemos (¡pueden pensarse más!) son: géneros / bienes comunes / salud / criminalización de la protesta social y la pobreza.
· PRECARIZACIÓN / PRÁCTICAS PRE-PROFESIONALES
Los estudiantes de Sociales también nos estamos atravesados por la precarización laboral, mediante las pasantías que la misma facultad ofrece. Es necesario pensar propuestas alternativas a éstas que se constituyan en instancias reales de formación pedagógica. En el sentido, debemos repensar y problematizar las formas actuales de desarrollo de las prácticas pre-profesionales.
· POLÍTICA CULTURAL DEL CECSo
Profundizar lo que venimos haciendo y avanzar en la construcción de una identidad colectiva como movimiento estudiantil. Que Sociales pueda ser un Centro Cultural referenciado entre los estudiantes, en los barrios y la ciudad.
- TALLERES: Este año se realizaron los de Teatro, Salsa, Literatura y Clown.
- FESTIVALES: Bandas musicales – Documentales y Cortos Cinematográficos
- SEMANA DE LOS ESTUDIANTES: Con el objetivo de socializar producciones que hacemos y no tenemos dónde presentar: desde lo académico (trabajos, investigaciones, revistas, etc.) hasta lo cultural.
· ARTICULACIÓN CON ORGANIZACIONES SOCIALES, TERRITORIALES Y SINDICALES
- COPRODUCCIÓN Y ARTICULACIÓN: Partiendo de las experiencias existentes de producción de conocimiento, pensándolas en conjunto con organizaciones sociales, generando instancias de intercambio.
- ARTICULACIÓN CON FÁBRICAS RECUPERADAS Y COOPERATIVAS DE MOVIMIENTOS SOCIALES: Mediante convenios (por ejemplo para la compra de insumos para el CECSo) que nos permitan fortalecer y difundir su lucha, articulando las distintas experiencias.
- TALLERES DE FORMACIÓN SINDICAL
· CECSO Y ORGANIZACIÓN
Sigamos impulsando el debate sobre el rol y las formas que adquiere nuestro Centro de Estudiantes, con el horizonte de generar un estatuto, que fruto de un proceso colectivo de discusión, pueda expresar un saldo organizativo del movimiento estudiantil que permita asentar los cambios realizados y que se mantengan trascendiendo a cualquier conducción.
· CONTRA LA CRIMINALIZACION DE LA PROTESTA
Frente a las diferentes formas de disciplinamiento que viene adquiriendo la represión en los últimos años, situación que se hizo presente en el conflicto que vivimos este año en Sociales, cuando a partir de la toma del Ministerio de Educación de la Nación, imputaron a 11 compañeros estudiantes.
La gratuidad de la educación pública no se reduce al no pago de aranceles en las carreras de grado. Entendemos que las becas de apuntes, de comida y los comedores universitarios, entre otras cosas, son parte del derecho a ingresar a la Universidad y permanecer en ella. Los estudiantes nos organizamos y luchamos cotidianamente para que el Estado garantice las condiciones necesarias para un verdadero acceso irrestricto a la Universidad Pública.
En este sentido, consideremos que gestionar los espacios que hoy tiene el CECSo (apuntes, fotocopiadora, comedor) no se reduce a convertir al Centro de Estudiantes en un “prestador de servicios”, sino que es una herramienta a través de la cual también luchamos por conquistar mejoras en nuestras condiciones de cursada. Por eso no deben ser “locales” apropiados por las agrupaciones que ganan las elecciones. En el último período avanzamos en la centralización de la administración de los mismos. De esta manera, logramos realizar balances públicos y periódicos que permitieron tener una proyección estimativa de ingresos para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del CECSo –cuyos puestos siguen siendo sorteados públicamente-, impulsamos llevar adelante las iniciativas de todos los espacios del Centro (Comisiones, Asambleas, Cuerpo de Delegados), logramos solidarizarnos con trabajadores en lucha, así como también darnos una política antiinflacionaria para mantener precios bajos de apuntes y fotocopias y un menú estudiantil a $4 en el comedor.
También convocamos a una Comisión Revisora de Cuentas para que sean más compañeras y compañeros quienes conozcan y aporten en esta tarea, que tenemos que seguir profundizando. Seguiremos apostando a generar espacios de socialización que tiendan a democratizar aún más la organización de los mismos.
Aún queda mucho por hacer: el Centro de Estudiantes (la expresión del movimiento estudiantil organizado) ha conseguido que el gobierno de la Facultad se comprometiera en 2011 a otorgar más de 120.000 pesos en becas. Por primera vez el Estado, a través del presupuesto de la Facultad, se va a hacer cargo de esta necesidad en Sociales. Uno de los desafíos más importantes que tenemos por delante es que esas becas no se asignen por “meritocracia” ni por “certificados de pobreza”: debemos también poder decidir sobre la asignación de este recurso, porque no queremos políticas focalizadas, no queremos adaptarnos a la miseria, sino que queremos combatirla. También tenemos que seguir organizándonos por sostener el comedor en la sede de Constitución, y por tantas otras condiciones que aún debemos exigir (Biblioteca, Jardín Maternal, Boleto estudiantil).
Desde abajo, entre todos y todas, lograremos que el acceso y permanencia de los sectores populares en la Universidad deje de ser un imposible.
Sobre nuestras formas de organización y espacios de participación
Los objetivos que se da el Centro de Estudiantes no pueden estar escindidos de su estructura organizativa. Por ello, entendemos que no alcanza con recuperar estructuras para ponerlas al servicio de las luchas, en nombre de -y sustituyendo- la participación consciente de los estudiantes, es decir, dejando de lado formas horizontales de decisión.
No tenemos que fetichizar ninguna forma organizativa en sí misma sino recrearlas en la propia práctica. De esta manera, pensamos en un Centro de Estudiantes permanentemente organizado por medio de asambleas, comisiones de trabajo, delegados por curso y cuerpo de delegados. Todas estas formas organizativas fomentan y potencian la participación y, al mismo tiempo, nos permiten motorizar y contemplar la acción de la heterogeneidad de quienes transitamos esta facultad.
No hay formas ideales de organización sino que se construyen en lo cotidiano. Un CECSo que apele a la participación y organización permanente debe hacerse de todas estas herramientas y no apostar sólo por una de estas formas.
Consideramos que es un avance en la organización que en las asambleas, a partir del 2008, se haya dado un proceso de discusión que nos permitió organizarlas de manera que más compañeros y compañeras puedan ser parte activa de las mismas, estableciendo la cantidad de oradores por fuerza para que ya no sean interminables y que la mayor cantidad de estudiantes (que también somos trabajadores) podamos participar hasta su finalización. Esto se puso en juego durante el último conflicto, en el que el funcionamiento de las asambleas garantizó que el proceso fuese masivo, activo y efectivo. Esto también es fortalecer y profundizar la democratización del Centro.
Las comisiones permiten desarrollar un trabajo permanente sobre temas determinados, con más profundidad y fomentando que los intereses de los estudiantes se plasmen en instancias colectivas (por ejemplo, las comisiones por el Edificio Único, de Cultura, Antirrepresiva, de Revista, de Comedor, y de problemáticas de cada Carrera, entre otras). En otros momentos, la participación se fomentó mediante los delegados por cursos, como por ejemplo el primer cuatrimestre de este año cuando nos organizamos por el cierre de las causas abiertas a los estudiantes.
Creemos que el aula, como nuestro lugar más cotidiano, puede ser la unidad fundamental de participación. Supone la discusión con nuestros compañeros/as y su articulación mediante delegados en un todo integrado. Éstos son los encargados de llevar lo debatido en sus cursos a una reunión general abierta y volver con lo que se haya discutido. Entendemos que ésta puede ser una forma de mantener debates enriquecidos en las asambleas y profundizar la relación entre centro de estudiantes y aula, que el CECSo se construya desde los cursos.
Para seguir construyendo un Centro de Estudiantes participativo y combativo es fundamental incorporar más compañeros/as a las discusiones y a las actividades concretas, garantizando espacios horizontales y democráticos que tiendan a diluir la división entre dirigentes y dirigidos, que no construya con la idea de que muchos delegan y pocos representan, pues sólo la experiencia práctica nos abre la posibilidad de construir otro tipo de relaciones sociales.
UNA LUCHA PARA LA HISTORIA: luchando y organizándonos desde abajo para ganar!
Queremos hacer un balance completo del conflicto que atravesamos este cuatrimestre: para quienes participaron de las asambleas, marchas y clases públicas, para quienes fueron a cursar cuando su docente avisaba que iba a dar clase o para quienes autogestionaron la cursada, para quienes estuvieron seis semanas sin ir a la Facultad. Entendemos que este conflicto, con el que conseguimos grandes victorias, atravesó a toda la comunidad de Sociales y hubo muchos posicionamientos al respecto. Sin embargo, no creemos que debamos dividir aguas entre “quienes apoyaron la toma” y “quienes estuvieron en contra” porque es una visión simplista que niega todas las complejidades de este proceso.
En primera instancia, debemos contextualizar la toma, ya que no fue el inicio del conflicto, ni su levantamiento el fin de la organización. El 2010 es un año importante para los estudiantes de nuestro país. Con una fuerza que hace mucho no se veía, desde distintos lugares e instituciones educativas -secundarios, facultades y terciarios-, nos organizamos para luchar por la educación pública: por condiciones dignas de cursada y por el derecho al acceso a la educación para todas y todos.
Sociales no estuvo exenta: vivimos uno de los procesos más masivos y de los que más conquistas obtuvo en este Estudiantazo. Los estudiantes pusimos en debate las condiciones paupérrimas de la Educación Pública y cuestionamos a los responsables en los distintos niveles: no fue sólo una arremetida contra Macri por la educación en la Ciudad; el Gobierno Nacional también fue interpelado por sus responsabilidades. El acceso a la Educación no sólo se garantiza manteniendo la gratuidad en todos los niveles sino brindando materiales de estudio y comida para los estudiantes, es decir, buscando estrategias de inserción de los sectores populares en el sistema educativo.
El 31 de agosto se cayó un vidrio en la subsede MT, una nueva gota que hizo rebalsar el viejo vaso de años de vapuleo hacia los reclamos edilicios de Sociales por parte de la Gestión de la Facultad, el Rectorado y el Gobierno Nacional. Eso confluyó con la movilización, ya planificada, a la sesión del Consejo Directivo para reclamar el tratamiento de un proyecto de subsidios para becas de apuntes y comida presentado hacía más de tres meses. El mismo no había sido tratado porque los consejeros de los claustros de graduados y profesores no iban a la Comisión de Presupuesto. Fue entonces cuando cientos de estudiantes dijimos basta y decidimos ir por nuestros derechos.
HECHOS...
Sobre los hechos podemos decir que la toma duró 45 días, durante los cuales realizamos una marcha masiva para conmemorar el 16 de septiembre la Noche de los Lápices, participamos en más de 10 asambleas, marchas a los Ministerios de Educación, Planificación y el Rectorado, comisiones, clases públicas, clases autogestionadas, bloqueos al estacionamiento de MT, la construcción y gestión de un comedor, cortes de calles y la toma del Ministerio de Educación de la Nación.
Lo importante de esto es que miles de estudiantes de nuestra Facultad fuimos protagonistas de una lucha por nuestros derechos, muchos participando quizás por primera vez. Entre todos discutimos cómo conseguir colectivamente lo que nos corresponde. Fruto de nuestra organización, conseguimos: una partida presupuestaria para el Edificio Único de alrededor de 20 millones de pesos (30% del tercer pliego) y la licitación en enero de 2011, una partida de 5 millones para refacciones en las sedes, una comisión de seguimiento de las obras y las refacciones, un sistema de becas de ayuda económica para apuntes y alimentos de $120.000 anuales, un comedor en la sede de Constitución, un futuro debate con la comunidad de la Facultad sobre la CONEAU y el compromiso de la Facultad para exigir el cierre de las causas a estudiantes.
...Y NO PALABRAS
Párrafo aparte merecen las autoridades de la Facultad. Ante los reclamos indiscutiblemente legítimos y la movilización estudiantil, optaron por atacarnos a través de sucesivos comunicados que nos tildaban de “minoritarios”, “sectarios”, “violentos”, arguyendo que inventábamos reclamos para tomar Sociales. No solamente intentaron negarnos como actor político, sino también vaciar la Facultad, al llamar a sus docentes afines a no dar clases durante la toma. Frente a una juventud que se organiza y hace política, sólo pudieron confrontar. Y fracasaron.
Durante todo el conflicto, Caletti-Clemente y sus agrupaciones afines (Nexo-Cullen) reaccionaron utilizando los mismos argumentos que Macri esbozaba contra los secundarios. De no ver la firma en cada comunicado, más de uno se sorprendería de que esos fueran los dichos de un Decano “progresista”. Es que este Decano y el conjunto de la casta de profesores que hoy gobiernan la Facultad no pueden poner las necesidades y la urgencia de los reclamos de Sociales por sobre su activo compromiso con las políticas educativas del Gobierno Nacional. Así, se mantienen sumisos ante el modelo educativo que relega las ciencias sociales y el pensamiento crítico y pretende amoldarlos al modelo económico actual. Complicidad pasiva al no hacer nada para cambiar la situación de nuestra Facultad, y activa al decidir confrontar con quienes nos organizamos.
NUESTRO AMO JUEGA AL ESCLAVO
Pero los intentos de desmovilizarnos no vinieron sólo de la Gestión. También existió la militancia activa en contra de la toma, por parte de su “pata estudiantil”, un conjunto pequeño de agrupaciones encabezado por la UES. Su política fue la del boicot permanente a nuestras acciones y el desconocimiento de nuestros reclamos. Al punto de que hoy sostienen que no hemos ganado nada.
La UES intervino durante el conflicto intentado llevar a estudiantes que tenían genuinas inquietudes por las clases perdidas y la situación de la Facultad, hacia posturas desmovilizadoras. Junto al Decano, intentaron dividirnos diciendo que lo que pedíamos estaba de antemano, mintiendo sobre las asambleas, tratando de alejar a los estudiantes de su herramienta gremial. Buscaron instalar un falso debate sobre “los métodos”, cuando ni antes ni durante el conflicto participaron de los debates, decisiones y acciones de los estudiantes. Esto no nos sorprende: es la misma agrupación que desconoció la lucha en defensa del Comedor de MT, que no defiende a los estudiantes con causas abiertas por luchar, que aceptó que la minería contaminante “donara” fondos a la Universidad, que al perder sistemáticamente las elecciones de Centro intentaron durante dos años armar uno paralelo. No creemos, de ningún modo, que todos los que no hayan participado de la toma lo hayan hecho desde esa perspectiva.
UN PASO DEL MOVIMIENTO REAL VALE MÁS QUE MIL PROGRAMAS
La toma no fue por reivindicaciones abstractas o por consignismos vacíos. Desde el inicio elaboramos un pliego de reivindicaciones concreto y la toma fue un método en una serie de pasos que dimos para obtenerlos. Nuestro objetivo era ganar y para lograrlo, entendemos que fue necesario organizarnos en base a dos claves: la unidad y la masividad.
Apostar a la masividad requirió adaptar nuestra táctica a cada situación: construir y masificar desde los cursos junto al resto de nuestros compañeros y compañeras. Entendemos al curso como la instancia fundamental de participación, desde el cual deben surgir las discusiones que orienten la política del CECSo. Por eso dimos la discusión durante el conflicto para abrir las aulas y fomentar que se dieran más clases; porque la discusión nunca fue entre quienes querían cursar y quienes querían organizarse y luchar, como quiso hacernos creer la Gestión.
Por otro lado, destacamos la unidad en la acción no como homogeneidad sino como la construcción sincera, desde abajo, reconociendo las diferencias y aportando a resolver el conflicto. Esto se desarrolló en asambleas masivas y permanentes a través de las cuales resolvimos la política para el conflicto. La apuesta fue a construir y acumular para el movimiento general y no para las propias organizaciones.
La flexibilidad del movimiento en la táctica, buscando siempre actuar con inteligencia en los medios, masificando el reclamo, organizándonos para golpear en los momentos justos, junto a la firmeza demostrada, fue lo que permitió que 45 días de toma de nuestra Facultad concluyeran con un triunfo.
SIGAMOS CONSTRUYENDO UNA FACULTAD EN MOVIMIENTO
Este proceso quedará grabado en la memoria colectiva de Sociales. Aunque hemos avanzado un largo camino, no creemos que tengamos que darnos por satisfechos. ¿O acaso vamos a conformarnos con no cursar tan mal? La lucha por una Universidad realmente pública, crítica y popular, es larga y requiere de todos nuestros esfuerzos. La lucha por un mundo distinto, sin miseria ni explotación, demanda, como diría Gramsci, toda nuestra fuerza, nuestro entusiasmo y nuestra inteligencia. Si algo nos demostró este conflicto, es que luchar y organizarse sirve, y que es la única forma de construir una Universidad y una Sociedad en la cual los sectores oprimidos del pueblo sean protagonistas.
Mejor hablar de ciertas cosas…
Acerca de la mercantilización del conocimiento y nuestro proyecto de Universidad
UNIVERSIDAD +IVA…
En los últimos años la Universidad de Buenos Aires -una vez más- se ha convertido en escenario de conflictos en defensa de la Educación Pública, fundamentalmente en torno a las reivindicaciones de democratización y aumento de presupuesto. Frente a los intentos de implementación del modelo neoliberal en la Universidad, la resistencia de estudiantes y docentes durante la década pasada logró frenar los ataques más explícitos que planteaban abiertamente el arancelamiento y la privatización. Se logró así cierto freno a la implementación de la Ley de Educación Superior en la UBA. Sin embargo continuó el avance de la mercantilización del conocimiento bajo otras formas.
La Educación Superior, lejos de pensarse como un derecho, es concebida como un servicio. Independientemente de las coyunturas políticas y las gestiones al frente de la “casa de altos estudios”, consideramos que en el marco del sistema de relaciones sociales capitalistas, la Universidad seguirá intentando cumplir a rajatabla sus funciones: la producción y reproducción de conocimiento y la calificación de la fuerza de trabajo (luego vendida en el mercado). El motor que impulsa esta institución, intentará por todos los medios generar estudiantes dóciles, acríticos y apolíticos a través de prácticas abiertamente represivas y antidemocráticas que son constitutivas del modelo que nos quieren imponer y no un ‘exceso’ o una excepción, garantizando así la legitimidad y continuidad del mismo.
¿Qué proyecto de Universidad nos quieren imponer y por qué?
El actual gobierno de la UBA surge como “solución” a un conflicto abierto en 2006, que concluyó con la elección de autoridades en el Congreso Nacional, a puertas cerradas, y en el marco de una represión policial a quienes nos enfrentamos a ese modelo. El Rector Rubén Hallú asumió, entonces, con el apoyo de un bloque de decanos “progresistas”, que hoy aceptan y defienden el modelo mercantil de educación que decían cuestionar. Cuatro años después, el escenario de la reelección se repitió: otra vez represión, otra vez el Congreso vallado, más un tercio de los asambleístas ausentes y una sesión casi en temporada de vacaciones para intentar evitar la movilización.
Actualmente, la Universidad funciona a puertas cerradas –ilustrado con la significativa imagen del vallado permanente al Rectorado-; Hallú no sólo no cumplió con su promesa de asunción de reformar los estatutos del cogobierno, sino que eliminó todos los puntos referentes a bienestar estudiantil, alojamiento y comedores. Como si esto fuera poco, se avanzó en la judicialización de la protesta y el disciplinamiento a los estudiantes movilizados. El caso de Sociales es paradigmático: aquí cuando los estudiantes construimos un comedor -que es de los pocos espacios de socialización en la facultad- en un espacio público en el que funciona un estacionamiento (recientemente concesionado a una empresa privada), el Rector respondió abriendo una causa a “los estudiantes de Sociales”.
“La soja por el cielo, la educación por el suelo”. Con respecto a la situación presupuestaria de la UBA hay que señalar que el financiamiento estatal se destina en un 90% a salarios (y no olvidemos que la mitad de los docentes que trabajan cotidianamente en la Universidad no cobran) quedando magros fondos para proyectos de investigación, mantenimiento y desarrollo de infraestructura. Esta situación de desfinanciamiento se convirtió en la excusa perfecta para fomentar la “autogestión” por parte de cada Facultad, y la generación de “recursos propios” mediante la firma de convenios con empresas y los posgrados pagos. El resultado en estos casos es la adaptación de contenidos y proyectos de investigación a las necesidades de las empresas, otorgando mayores “premios” a las carreras y disciplinas ligadas al Modelo Extractivo. Ejemplo de esto es la aceptación de fondos provenientes de la minería contaminante. Así, este mecanismo perverso viola la autonomía universitaria que las leyes dicen defender. El debate sobre el presupuesto destinado a la Educación Superior plantea la necesidad de discutir a fondo qué universidad queremos, para qué sociedad y cómo queremos financiarla.
La lógica mercantil reduce nuestra formación a una reproducción acrítica de lo hegemónico, disciplinando y capacitando a “buenos técnicos, profesionales libres y apolíticos”. Esto se expresa: para los estudiantes, en los convenios de pasantías -que lejos de contribuir a nuestra formación, operan como una bolsa de trabajo precarizado que las facultades avalan-; para los docentes, en las condiciones de trabajo, la ausencia de nombramientos, el trabajo ad-honorem, etc; y para los investigadores, en la exigencia constante de producir papers para continuar su carrera académica, midiendo su “productividad” con un criterio propio de cualquier otra mercancía dispuesta a venderse en el mercado.
El contenido y la forma. La posibilidad de que este modelo mercantil avance está directamente vinculada a la forma de gobierno de la Universidad. Así, los espacios de cogobierno que fueron una victoria fundamental de la Reforma Universitaria del ´18, se convirtieron en la cristalización de una estructura de poder casi estamental. Los profesores concursados tienen el 50% de la representación en todos los órganos colegiados –Asamblea Universitaria, Consejo Superior y Directivo, Juntas de Carreras-, más la representación del claustro de graduados, compuesto en su gran mayoría por docentes. De este modo se deja sin voz a los trabajadores no docentes y queda claramente subrepresentado el claustro más numeroso y más dinámico políticamente: los estudiantes. Queda claro, para nosotros, que democratizar los órganos del cogobierno no implica una disputa de estudiantes contra docentes –incluso la mayoría de ellos está excluído de su propio claustro-, sino de los proyectos políticos que atraviesan a los mismos. Sin esa estructura antidemocrática, sería imposible que Hallú y el proyecto que representa gobiernen la UBA.
La sobrerrepresentación de los profesores radica en una concepción asimétrica entre los que pueden enseñar y los que deben aprender, los que saben y los que no. Entendemos que las relaciones desiguales en el aula, que se expresan tanto cuando se impone la “autoridad” a los alumnos -supuestos sujetos pasivos-, como cuando se evalúan sus saberes mediante el examen, o se definen los planes de estudio sin su participación, responden a una lógica de reproducción del conocimiento hegemónico. Así se legitima la idea de que sólo algunos capaces, iluminados, pueden representar los “intereses comunes” de la comunidad académica.
Es por ello que pensamos que la democratización de la Universidad no pasa sólo por el cogobierno, sino que es necesaria en un sentido integral.
… UNIVERSIDAD MASIVA: Sobre propuestas y desafíos
Frente a este proyecto de Universidad, proponemos uno que defienda el acceso irrestricto, la garantía de permanencia y masividad, el conocimiento crítico y la democracia interna como principios básicos de la Educación Superior. La democratización integral intenta asimismo dar la disputa por el conocimiento que se produce (y reproduce) en la Universidad: ¿Qué intelectuales y profesionales se están formando? ¿Al servicio de qué proyectos? ¿Mediante qué prácticas? ¿Para quién y para qué se piensan la ciencia y Universidad?
Llenando de contenido y prefigurando las respuestas, consideramos fundamental que el Centro de Estudiantes sea la herramienta para la disputa y la construcción colectiva de otro modelo educativo –tenemos el gran ejemplo de lucha de la Facultad de Cs. Exactas y la victoria frente al intento de acreditación de las carreras ante la CONEAU-. Y en este camino, avanzar hacia la articulación con otras experiencias de organización que se expresan por fuera de la Facultad. Entendemos que la vinculación de los y las estudiantes y el Centro de Estudiantes, como herramienta colectiva, tiene que superar las acciones que, hoy por hoy, dan forma a esta relación: acompañamiento en los conflictos de los trabajadores, cortes de calle, fondos de huelga, etc. Sin desconocer la importancia de estas acciones -que consideramos sumamente valorables en tanto apoyo material, pero limitadas a los momentos álgidos de cada conflicto- estamos buscando transcender el simple acompañamiento, dando un salto cualitativo en el devenir de las organizaciones: tanto de las estudiantiles, como de las organizaciones sindicales, sociales y territoriales. Revalorizamos las experiencias de bachilleratos populares, fábricas recuperadas, centros culturales, organizaciones gremiales, etc.
Queremos una producción de conocimiento que nos lleve a la reflexión crítica y que se realice desde una concepción cooperativa, de diálogo, en el proceso de enseñanza/aprendizaje. Planteamos la búsqueda de articular, vincularnos, investigar, coproducir en instancias de interacción con los sectores que día a día buscan avanzar organizándose desde abajo y a la izquierda.
Aspiramos a que este intercambio enriquezca el debate sobre nuestra formación motorizando la participación activa en los procesos de reformas de planes de estudio, en las propuestas pedagógicas que cuestionan el poder instituido, en los espacios de autogestión del conocimiento. Resulta imprescindible dinamizar nuestra representación estudiantil en los órganos de cogobierno para seguir defendiendo nuestros intereses y luchar por la democratización de esas instancias.
Esto es posible sólo si pensamos un Centro de Estudiantes que aborde dinámica e integralmente lo gremial, lo académico, lo político y lo cultural.