¿Por qué nacimos? ¿Por qué luchamos?
Corriente Julio Antonio Mella
El texto que estás empezando a leer quiere ser la presentación de lo que pensamos, construimos, experimentamos y aprendimos, quienes desde diferentes experiencias militantes en varias Facultades de la UBA , decidimos conformar la Corriente Julio Antonio Mella.
Explicar las razones y los objetivos fundacionales que nos unen en este proyecto militante, producto de la acción y reflexión del último tiempo, es necesario para quienes creemos en el dialogo como principal arma-herramienta de la acción política.
Nueva corriente de izquierda en la Universidad de Buenos Aires
Presentar un espacio político obliga a definir, al menos en forma primaria, nuestras coordenadas, dónde estamos parados y hacia donde queremos ir. Arranquemos por ahí.
La estrecha relación entre la Universidad y la sociedad es inocultable. Relación tensa, compleja, articuladora de un escenario de disputas políticas e ideológicas. Por eso mismo nuestra crítica a la Universidad tiene un anclaje en la crítica social. Por que no podemos pensar nuestra participación abstraídos de una realidad social que nos atraviesa. Una realidad que indigna, que subleva, en donde la ideología dominante ha convertido a las injusticias sociales en “naturaleza” y ha estigmatizado a lo colectivo como totalitario. El individualismo es el modo de vida promocionado, la opresión una eventualidad, un accidente, la explotación es equilibrio y ley del mercado.
En esta realidad social los dueños del poder y los sucesivos gobiernos han trabajado fervientemente para convertir a la universidad en un puente hacia el mercado laboral, privilegiando el profesionalismo por sobre la cultura, la tecnocracia sobre el humanismo y la competencia por encima de la solidaridad. Para ellos la Universidad no debe formar hombres y mujeres, sujetos críticos y transformadores, sino capacitar fuerza de trabajo acorde a las necesidades del capital. Su Universidad se arrodilla frente a los monopolios y las trasnacionales para empalmar con la estafa del progreso neoliberal. Ha abierto sus puertas a los privatizadores y las ha cerrado a los hijos del pueblo.
Esta realidad nos obliga a definirnos frente a quienes han hecho de la educación un negocio. A afirmarnos en una lucha franca entre quienes pretenden a la educación como instrumento de dominación y quienes la construyen como herramienta de liberación. Nos incluimos entre estos últimos y por tanto empezamos por declararnos defensores de una universidad pública, gratuita, laica, autónoma y al servicio de los oprimidos y explotados.
Somos críticos de nuestra Universidad, de su funcionalidad al sistema, de lo que acá aprendemos, pero también buscamos abrir grietas, apropiarnos de las herramientas de la teoría crítica, abrir nuestros espacios en la Universidad de hoy.
Sentimos nuestra la heroica gesta de 1918 y su Reforma Universitaria, en donde los estudiantes conquistamos nuestras banderas históricas, tuvimos un sueño latinoamericano, y sobre todo aprendimos que arriesgar repuestas, equivocarnos y volver a arriesgarlas, es también animarse a pensar que otra Universidad, radicalmente distinta, es posible.
Hacemos nuestra también la lucha de aquella generación de los años 60 y 70 que hicieron del movimiento estudiantil un sujeto social aliado a la clase trabajadora en su lucha por la emancipación. De ellos, de sus luchas, de nuestros caídos tomamos una de nuestras certezas: nuestra crítica a la Universidad es también cuestionamiento anticapitalista y militante a la sociedad del hambre, la guerra y la alienación.
Esta realidad nos obliga también a definirnos frente a la pedagogía de la dominación. Para nosotros, la educación no es mera transmisión de conocimientos. Y la instrucción no debe ser adoctrinamiento. La educación debe ser una práctica de libertad, un encuentro entre sujetos. Creación y no mera reproducción. Una producción conciente y por lo tanto crítica, transformadora. Incorporamos en nuestro horizonte la lucha por otra universidad, al servicio del pueblo, con otra pedagogía, al servicio de la emancipación del hombre.
Por una nueva generación con otra forma de hacer política
Es una realidad para nosotros, a pesar de importantes avances en los últimos años, la desmovilización que arrastra el movimiento estudiantil. Un movimiento que ha sufrido en las últimas décadas los mayores embates de su historia, contra su organización, contra la universidad pública y contra su potencialidad como sujeto político y social.
Para nosotros La Mella es un paso importante, pero de ninguna manera el fin de nuestra exploración. Es parte de una búsqueda, de un camino que recorremos con ciertas incertidumbres. La pensamos como un aporte (y nunca el único) para recrear y desarrollar al movimiento estudiantil. Es una herramienta, aunque inacabada, en construcción permanente. Nos negamos a partir de cualquier tipo de fórmula para encarar esta empresa.
Las vías para desarrollar un movimiento estudiantil activo, fuerte, maduro y conciente, no pueden salir como receta prescripta de antemano por nosotros, sino que sólo es posible a partir del diálogo, en donde todos tenemos algo para aprender y algo que enseñar.
Creemos que el primer paso es participar, hacer política. Años de dictaduras, neoliberalismo y corrupción convirtieron la política en mala palabra, en algo lejano. Desde el poder aplauden complacidos el escepticismo, la falta de participación, el cinismo antipolítico. Total, la política la seguimos haciendo nosotros, dicen. Pero si queremos evitar el oscuro refugio del individualismo, no nos queda otra: contra su política tenemos que construir la nuestra.
Sin embargo, también entre quienes militamos desde la izquierda hay errores, anacronías y prácticas despolitizadoras. No estamos hablando de lo acertado o equivocado de tal o cual política o de un conflicto determinado. Estamos pensando que es toda una concepción la que hay que revisar. Una concepción en donde la militancia política se ha tornado evangélica, donde se ha dado cátedra de cómo arruinar una asamblea y mandar a casa a cientos de compañeros que querían participar, donde sólo es consecuente el que milita en mi organización, donde lo único que importa es si la Federación hizo esto o aquello, si se gano o perdió tal centro de estudiantes. Nos referimos a una concepción política instrumental, que impide el diálogo con la mayoría de los estudiantes y que por lo tanto pierde toda potencia transformadora.
Creemos que el segundo paso es reconocer este problema. Solo entonces podremos ensayar vías para resolverlo. Reconocerlo implica asumirlo. Y eso significa reconocernos como parte del problema, animarnos a la autocrítica, pensar nuevas formas siendo valientes, escapando a todo conservadurismo por más izquierdista que sea.
La principal apuesta de la Corriente Julio Antonio Mella es aportar a realizar esta reflexión, colaborar para superar la crisis de participación que sufre el movimiento estudiantil, reconstruir un colectivo transformador.
¿Qué significa construir desde el diálogo?Significa reconocer el papel de la subjetividad en la construcción política. No negar la objetividad, cayendo en un subjetivismo impotente, pero sí aceptar que la lucha política es fundamentalmente la lucha por la conciencia. Que no alcanza sólo con luchar ni con que nos voten, sino que se trata de cambiar las miradas sobre la universidad y sobre la sociedad, de incorporarnos a la lucha pero de forma conciente y por tanto crítica, de construir una nueva cultura contrahegemónica.
Y mal haríamos si creyéramos que podemos emprender este camino si no es a partir del diálogo. Si pensáramos que alcanza con los panfletos y las consignas. Si consideráramos que se trata de imponer las ideas que nosotros elaboramos previamente, abstraídos de la realidad. Por eso laCorriente Julio Antonio Mellasolo puede ser un colectivo heterogéneo, de sujetos. Nos negamos a regalarle a la ideología dominante el valor de la pluralidad. No queremos permitir que sean los verdaderos instauradores del pensamiento único los que se jacten de la diversidad. No confundimos la unidad de objetivos imprescindible con las aspiraciones a la homogeneidad monolítica.
Hay que construir nuevas herramientas, nuevos métodos. Pero la historia no comienza cuando nosotros llegamos. Por eso entendemos que lo nuevo, no significa tirar a la basura todo lo viejo. Muy por el contrario, queremos retomar una larga tradición de construcción y lucha, que reivindicamos completa con sus aciertos y errores. Lo hacemos en forma crítica, pero no por eso menos firme.
Tenemos un gran desafío por delante y mucho que aprender. Se trata de reconstruir un proyecto colectivo, crítico y emancipador, de construir un movimiento estudiantil conciente y de pie.
Nuestra propuesta es que te organices, discutas, que participes. Si esto te dejo pensando, si sirvió para despertar algo, cumplió su objetivo. Si además te interesó, querés saber más o putearlo de arriba abajo, acercate al compañero que te lo repartió o mandanos un mail.
Hagamos nuestra la tarea de crear un movimiento estudiantil rebelde y de lucha. De nosotros depende.
Apropiándonos de lo que es nuestro
¿Por qué Julio Antonio Mella?
“Queremos una Universidad que haga en el campo de la cultura lo que en el de la producción harán las fábricas del mañana sin accionistas parásitos ni capitalistas explotadores”.
Julio Antonio Mella. El concepto socialista de la reforma universitaria
Puede pensarse que el tamaño de una biografía depende linealmente de la cantidad de años vividos. Ahora, no estaría mal dicho razonamiento si, acto seguido, se dejara lugar para las excepciones generalmente producidas por los grandes hombres. Entre estos últimos nuestro Julio Antonio Mella.
“Muero por la revolución” fueron sus últimas palabras mientras era cobardemente asesinado por la espalda. El 10 de enero de 1929 la inteligencia del dictador cubano Machado, enviada a México, no le pudo perdonar cómo en tan pocos años este muchacho había hecho tamaño revuelo entre la juventud y los trabajadores de la isla caribeña. Tan sólo 25 años le alcanzaron para crear la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y ser uno de los máximos exponentes del proceso continental de reforma universitaria, cuya primera expresión tuvo cita en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) hacia 1918. Rector interino de la Universidad a los veinte años, ya advirtió que “si la reforma va acometerse con seriedad y con espíritu revolucionario no puede ser acometida más que con espíritu socialista…”. Punto clave en la obra de Mella: ligar la lucha por la reforma universitaria a la revolución socialista y los intereses de la clase trabajadora.
Fue fundador de la Universidad Popular José Martí con el objetivo de destruir “el monopolio de la cultura” tan ligado a la ideología dominante. Esta lucha contrahegemónica se da en las mismísimas aulas en las que la literatura marxista, antiimperialista y anticapitalista, ocupa la mayor atención de quienes van a estudiar, en su mayoría trabajadores. Qué más claro el artículo tercero de su estatuto: “La Universidad Popular , de acuerdo con los principios, enunciados, procurará formar en la clase obrera de Cuba y en cuanto acudan a sus aulas, una mentalidad culta, completamente nueva y revolucionaria”.
Sigamos. A la par que los años avanzan en la vida de Mella también lo hacen sus razonamientos y posiciones políticas. Su fervoroso antiimperialismo va siendo conectado poco a poco al pensamiento de Marx y a la revolución conducida por Lenin. Así participa en 1925 de la fundación del primer Partido Comunista de Cuba (PCC) ligado a la III Internacional. Con el asenso del estalinismo en la Unión Soviética , la degeneración de la III Internacional y del Partido Comunista, Mella va adoptando una posición cada vez más crítica al punto de vincularse a la “oposición de izquierda”. ¡Con cuenta lucidez este revolucionario supo ver, a contramano de la mayoría, las atrocidades del estalinismo al poco tiempo de que este ocupo el poder!
Julio Antonio Mella forma parte de esa generación revolucionara de los años veinte. Aquella que hizo del marxismo una “ciencia de lo concreto” y lo interpretó desde las particularidades históricas de nuestro continente. En la búsqueda de unir el antiimperialismo y el socialismo debatió con el populismo latinoamericano reinante, considerando que las tareas nacionales y democráticas no pueden ser separadas de la construcción del socialismo. “La liberación nacional…será por medio de la revolución obrera” sentenció para que no quede lugar a dudas.
Los últimos momentos de su vida los pasa en el exilio, luego de ser expulsado de la Universidad , preso y liberado por la presión popular y una huelga de hambre. Desde la otra orilla del Golfo de México pensará en un desembarco en Cuba y en comenzar una revolución para derrocar a Machado. Su asesinato se lo impidió, pero sólo por unas décadas. Hasta que un buen día de noviembre, sin ser visto por tripulante alguno, suba al Granma en la búsqueda del socialismo.
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