El 12 de enero, se cumple un año del terremoto de Haití, la “tierra de montañas” según su nombre indígena. El terremoto no fue la primera catástrofe, sino una manera brutal en que se exhibió la acumulación de desastres -para nada naturales-, que los gobiernos imperialistas de Europa y EE.UU., y los gobiernos subordinados a los mismos de América Latina, han provocado durante varios siglos, desde el momento en que Cristóbal Colón descubrió a partir de su llegada a estas tierras, el territorio que proveería de riquezas al capitalismo naciente en Europa.
El terremoto mostró brutalmente la imprevisión de todas las políticas montadas durante siglos de coloniaje, y especialmente, la incapacidad de la fuerza de ocupación multinacional: la MINUSTAH –Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití-, para resolver los problemas sociales generados por el saqueo y el abandono. No sólo incapacidad, sino algo peor: la MINUSTAH fue vehículo para nuevos desastres, para nuevas muertes, para hacer a Haití un país cada vez más débil y subordinado a los poderes transnacionales y a los países imperialistas.
El pueblo haitiano viene pagando de manera dolorosa el hecho de haberse constituido, a partir de la declaración de la independencia el 1° de enero de 1804, en la primera nación libre americana, y en la primera república negra del mundo. El ejemplo libertario, que denunciaba las políticas coloniales, racistas, depredadoras, fue duramente castigado. Dejando de lado sus rivalidades, Francia, Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, actuaron desde un comienzo para estrangular la revolución libertaria y antiesclavista. Para lograr su reconocimiento diplomático, luego de 21 años de aislamiento, Haití fue obligada a recibir un préstamo de un banco francés –designado para pagar indemnizaciones a los propietarios de las plantaciones francesas por la “pérdida de sus bienes” (lo que incluía a los esclavos liberados)- contrayendo una deuda que ascendió a 150 millones de francos (21 mil millones de dólares).
En 1915, la invasión de EE.UU. restableció la esclavitud. En ese año, el 80 % de los ingresos estatales fueron destinados al pago del servicio de la deuda, que sólo se terminó de pagar en 1947. A ésta siguieron otras invasiones norteamericanas, y la última –la que habilitó el ingreso de la MINUSTAH-, con la presencia de tropas latinoamericanos posteriormente, sirvió para ocupar el territorio haitiano desde julio del 2004.
¿Cuántas veces pagará Haití el precio de su libertad?
Desde su instalación en Haití, fue denunciada muchas veces la intervención militar de la MINUSTAH, como causante de torturas, asesinatos y violaciones a la población haitiana. Represión a manifestaciones populares, violación de mujeres y niñas. También fue denunciada su inacción frente al terremoto, y aún más, la utilización de los recursos que llegaban como solidaridad, para el abastecimiento de las tropas. La respuesta dada por la MINUSTAH frente al terremoto, fue el aumento de la militarización, y la transformación del territorio en una enorme base militar. Muy poco se hizo para paliar la situación de una población, en el contexto en el que la mayor parte de la infraestructura quedó destruida, se perdieron más de 220 mil vidas, y un millón 600 mil personas vivieron desde entonces en 1300 campamentos improvisados, con precarias condiciones sanitarias. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en los últimos cinco meses, medio millón de desplazados haitianos abandonaron los campamentos de desplazados que ocupaban desde el terremoto, por la dificultad de vivir en carpas que no resistían las intensas lluvias, y por el temor a contraer cólera. También se denunciaron violaciones de mujeres y niñas en esas condiciones de indigencia. Sin embargo, más de un millón de haitianos y haitianas permanecen todavía en esos asentamientos.
La población haitiana responsabiliza también a la MINUSTAH de ser la portadora de la epidemia de cólera, que ha provocado desde mediados de octubre la muerte de más de dos mil personas, habiendo también 100 mil afectadas. Esta versión fue confirmada por la investigación realizada a pedido del gobierno de Francia por el epidemiólogo de ese país, Renaud Piarroux, quien concluyó que la bacteria causante del cólera llegó a suelo haitiano con el batallón nepalés de Naciones Unidas.
También se ha señalado la responsabilidad de la MINUSTAH y del gobierno haitiano en la realización de las elecciones del 28 de noviembre, que estuvieron marcadas por diferentes irregularidades como un fuerte ausentismo (en el contexto de las consecuencias del terremoto y de la epidemia de cólera), fraude, y la acción represiva de los militares, que dejó un muerto más y numerosos heridos en la represión.
Según denuncian los movimientos sociales haitianos, las empresas transnacionales de Francia, Canadá y Estados Unidos, entre otros países, han desatado una pugna indecente para administrar los recursos económicos destinados a la reconstrucción de Haití. Uno de los casos más paradigmáticos ha sido la polémica donación de la estadounidense Monsanto de 475 toneladas de semillas transgénicas, que desató una ola de protestas por parte del movimiento campesino, que señala que éstos son mecanismos para aumentar los niveles de dependencia de la agricultura haitiana, frente al agronegocio transnacional.
En definitiva, todas las acciones de la MINUSTAH, tienden a fortalecer la vulnerabilidad del pueblo haitiano, y un nivel mayor de depredación, de saqueo y de desorganización social.
Los movimientos sociales del ALBA –capítulo Argentina-, demandamos al gobierno argentino que se retiren las tropas de intervención de la MINUSTAH.
No hay ninguna razón para que militares argentinos permanezcan en el marco de una Misión que ha violado los derechos humanos, y el derecho fundamental a la autodeterminación del pueblo haitiano.
Exigimos que se anule la deuda externa de Haití.
Exigimos que se realice una auténtica solidaridad con el pueblo haitiano, y no con las élites, colaborando con las misiones específicas que realiza el gobierno cubano, el gobierno de Venezuela, y permitiendo que sean las organizaciones populares quienes decidan las maneras y los criterios de la reconstrucción de Haití.
Nuestra solidaridad se manifiesta de este modo, y siendo parte de la acción internacionalista de las brigadas que la Vía Campesina viene sosteniendo en Haití, para concretar la solidaridad de pueblo a pueblo.
A un año del terremoto:
¡Fuera las tropas invasoras de Haití!
ARTICULACION CONTINENTAL DE MOVIMIENTOS SOCIALES HACIA EL ALBA - CAPITULO ARGENTINA: Central de trabajadores de la Argentina (CTA); Frente Popular Darío Santillán (FPDS); Movimiento Nacional Campesino e Indígena (MNCI); Juventud Rebelde 20 de Diciembre; Pañuelos en Rebeldía; Grupo de Estudios de América Latina (GEAL).