La izquierda independiente ante las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires
Las organizaciones que firmamos esta declaración no somos neutrales ante lo que está en juego en estas elecciones ni somos indiferentes a los posibles resultados.Creemos que como campo popular tenemos una disputa fundamental en la Ciudad: derrotar al proyecto macrista que se instaló en el gobierno hace cuatro años y cuyas consecuencias hemos sufrido en forma directa.
Al mismo tiempo, consideramos que con sacar a Macri no alcanza. Por eso para nosotros el debate no puede reducirse simplemente a evaluar qué candidato “mide” más en las encuestas, sino que debemos pensar cómo se avanza en la construcción de un proyecto de Ciudad diametralmente opuesto.
En ese marco, el hecho de que las organizaciones de la izquierda independiente, que formamos parte de los sectores que han enfrentado las políticas del macrismo, no hayamos podido generar una opción político-electoral para este 2011 no representa una situación a naturalizar, sino un desafío de primer orden en el corto, mediano y largo plazo.
Preso en mi ciudad: cuatro años de Macri en Buenos Aires
La realidad que sufrimos en Buenos Aires desde 2007 nos muestra en toda su dimensión lo que la derecha “tecnocrática” y modernizada tiene para ofrecernos.
La gestión de Macri estuvo encaminada a consolidar una ciudad para pocos. Deterioró aún más la salud y educación públicas porque su ciudad es sólo para los que mandan sus chicos a las escuelas privadas y se atienden en las prepagas. Redujo el presupuesto de vivienda, castigó a los sin techo con la UCEP y mandó reprimir a quienes desesperados buscaron construirse un techo, siquiera precario, en ese enorme baldío abandonado, irónicamente llamado “Parque Indoamericano”.
Su ciudad es para los que habitan en las torres que crecieron como hongos o en sus countries de fin de semana. El gobierno de Macri criminalizó la protesta y la pobreza porque quiere una ciudad “libre” de pobres e “indeseables”. Blandió el cuco de la “mafia de los trapitos”, para ocultar la corrupción que brotó por todos lados. El sobreprecio escandaloso en la obra del Teatro Colón, las inacabadas obras contra las inundaciones, o las concesiones irregulares en la recolección de residuos son sólo una muestra de los numerosos escándalos, que alcanzaron un nivel bochornoso con las persecuciones a opositores con escuchas telefónicas incluidas.
Discursivamente, el macrismo buscó extender su ideario racista, xenófobo y antipopular. Cuando pudo, el gobierno del PRO aplicó la mano dura y se la reclamó al gobierno nacional, y no se cansó de responsabilizar a trabajadores, estudiantes e inmigrantes de los problemas que aquejan a la ciudad.
Pero fueron justamente estos sectores populares los únicos que ofrecieron una reacción digna contra esta gestión derechista. Con las movilizaciones contra la UCEP y la Policía Metropolitana; con la enorme rebelión estudiantil de los secundarios en reclamo de mejoras edilicias y más presupuesto educativo; con los trabajadores y trabajadoras de la salud, de la educación y de la cultura, y los cooperativistas, movilizándose en defensa de su salario y también de sus espacios de trabajo; con los sin techo, quienes se cansaron de falsas promesas y ocuparon terrenos; con los centros culturales y sus jóvenes quienes se negaron a cerrar sus puertas a pesar de la falta de subsidios y restricciones para el funcionamiento.
Fuimos nosotros, y muchas otras compañeras y compañeros del campo popular, quienes enfrentamos con mayor masividad y coherencia a Mauricio Macri en cada “parada brava” que nos tocó. En cada derecho que se intentó vulnerar. En cada conquista que se buscó anular.
El armado kirchnerista y las variantes por izquierda
Sabemos bien que Filmus no es lo mismo que Macri, y que para los intereses de los sectores populares no serían iguales las consecuencias de las políticas que uno y otro proponen. Pero tampoco consideramos que una gestión del PJ y el Frente de para la Victoria abra la posibilidad de atender las necesidades de las mayorías. Las experiencias de gobiernos “progres” anteriores al de Macri demuestran que no son garantía de una política de inclusión, de transformación de la Ciudad, ni de nada que se le parezca. La opción del progresismo porteño (ayer Ibarra, hoy Filmus acompañado en una “colectora” por el propio Ibarra) ha sido y es administrar “lo mejor posible” una Ciudad caracterizada por la desigualdad social y geográfica, el crecimiento de las villas miseria, la decadencia de la educación y salud pública (que no empezaron con Macri). A su vez, la propuesta de vicejefe encarnada en Carlos Tomada lleva consigo las escuchas telefónicas entre el Ministro de Trabajo y el asesino Pedraza, aun no investigadas, y como precedente la precarización que sufren los propios trabajadores y trabajadoras de su ministerioy el ninguneo y represión al ejemplar reclamo de los docentes de ADOSAC. Por otro lado, las elecciones porteñas no son ajenas a un “armado” nacional que, alrededor de la figura de Cristina, terminará reuniendo una amplia coalición de fuerzas que contiene a sectores de centroizquierda como Sabatella, pero también a lo más impresentable de la política clientelar y feudal del PJ, con un claro predominio de estos últimos. Scioli, Insfrán, Beder Herrera, Soria, Gioja, Menem y Capitanich son sólo algunos de los “sapos” que contiene el menú de la “profundización del modelo”. “Modelo” que, aunque incluya medidas progresivas –y que han formado parte de luchas históricas del campo popular- como puede ser la Asignación Universal por Hijo, se basa en una matriz que consolida la expoliación de los bienes comunes, la concentración de la riqueza y primarización de la economía.
Proyecto SUR, por su parte, tiene el mérito de haber colocado en la agenda pública un programa de transformaciones estructurales que en gran parte compartimos, posicionándose, en este plano, como alternativa “a la izquierda” del Gobierno Nacional. A su vez, cuenta entre sus filas a mucho de lo más valioso de la militancia social y política de la Argentina. Lamentablemente, el “personalismo” de Pino Solanas, su adaptación a la “vieja política” que lo lleva a priorizar acuerdos “opositores” con sectores conservadores y de derecha, y la orientación hacia el escenario mediático en detrimento de una construcción de base han imposibilitado desarrollar ese programa y enriquecerlo con nuevos aportes militantes. Así, más allá del voto que legítimamente se le pueda dar a PSUR en tanto opción progresista ante el macrismo, pensamos que su proyecto ha perdido la vitalidad inicial y que por eso se impone la necesidad de construir una herramienta nueva para la militancia popular de nuestra Ciudad.
Sobre las listas de la izquierda tradicional, como el FIT, diremos que compartimos con estos compañeros y compañeras ámbitos de lucha y organización, disputamos nuestras diferencias en espacios de construcción cotidianos y sabemos de su compromiso con las necesidades de nuestro pueblo. Sin embargo, su sectarismo hacia otras expresiones del campo popular supone un límite serio para construir una opción en la Ciudad y en el país, al mismo tiempo que va en detrimento de lograr confluir con el sentir y pensar de los millones de argentinos y argentinas que quieren vivir en una sociedad más justa e igualitaria. No tenemos una receta y nos encontramos en ese camino de búsqueda, pero los partidos tradicionales de la izquierda nos han demostrado en reiteradas ocasiones sus limitaciones para construir esa política. Más allá de estas divergencias, entendemos que algunos compañeros apoyarán al FIT con la pretensión de que ingresen a la legislatura o que los votarán en las primarias, para tratar de evitar que los partidos que lo integran pierdan su personería electoral. Acordamos con defender el derecho democrático de las expresiones de izquierda y valoramos positivamente que militantes del campo popular entren a la Legislatura (sean del FIT, PSUR, Zamora, etc), ya que serán una ayuda para los movimientos populares en sus luchas diarias. Sin embargo, estamos convencidos de que de lo que se trata, estratégicamente, es de construir un espacio superador de la izquierda tradicional, de sus prácticas y de sus concepciones.
Ni opinólogos ni espectadores de lujo: una fuerza en construcción
No nos pensamos poseedores de alguna “verdad revelada” y tratamos de evitar el tono pedante de quien cree “tenerla clara”. Nuestra palabra parte de reconocer las propias debilidades y carencias. Debilidades del campo popular en su conjunto, que no logró capitalizar el fabuloso movimiento de transformación que sacudió la Ciudad en el 2001/2002 mientras miles en asambleas barriales, piquetes y fábricas recuperadas intentábamos tomar la historia en nuestras propias manos. De esta manera, hoy se llega a este proceso electoral sin capacidad de disputa real, sin una alternativa que exprese cabalmente una perspectiva de cambio para y desde los de abajo. Pero también debilidades de la izquierda independiente, ese espacio político, social y cultural desde el cual no hemos logrado aún constituir una herramienta política capaz de hacerse oír masivamente, incluyendo el terreno electoral. Tenemos por delante, en tanto parte de ese amplio y heterogéneo espacio que busca la constitución de una nueva izquierda, la responsabilidad de saldar esa cuenta pendiente.
Estamos convencidos de que somos muchos los que pensamos que hoy no existe un proyecto alternativo para gobernar la Ciudad de Buenos Aires, afirmado en una amplia construcción popular y portador de una perspectiva transformadora. Que apunte a unir la ambición de disputar la jefatura de gobierno para revertir las políticas que se vienen impulsando desde hace décadas en la Ciudad, con la construcción de la articulación y la fuerza social suficientes para llevar adelante las medidas necesarias. Y que sea coherente con las demandas y el sentir de los que anhelamos un proyecto de transformación social.
Es en este marco, que podemos comprender y respetar los motivos por los que cada amigo, compañero o compañera de laburo, barrio o aula elegirá votar a uno u otro candidato de las distintas listas opositoras (Filmus, Pino Solanas, FIT, Zamora, etc.)
¿Qué vamos a construir cuando pase el temblor?
Un nuevo triunfo del PRO sería una pésima noticia. Para nosotros, derrotar esa posibilidad es un compromiso ineludible, pero también consideramos que aún venciendo en estas elecciones los límites de la estrategia progresista y de izquierda en la Ciudad son evidentes.
Tal vez no nos corresponda principalmente a nosotros y nosotras cargar sobre nuestras espaldas el peso de la inexistencia de ese espacio político transformador que pueda darle un vuelco a la política porteña, pero sí está a nuestro alcance asumir la tarea de construirlo. Proponernos la construcción de una fuerza que ponga sobre la mesa los temas claves de la Ciudad y salga, codo a codo con los que enfrentamos día a día las políticas del macrismo, a construir otro modelo de Ciudad.
Las organizaciones que integramos ese espacio en construcción al que llamamos “izquierda independiente” hace años que venimos impulsando, en distintos puntos del país, espacios de lucha y de organización popular. Somos parte de los que peleamos por trabajo y dignidad en los barrios, de los que nos estamos organizando en nuestros lugares de laburo sin brillos ni flashes pero sin pausa. Somos parte de los que refundamos la FUBA y los centros de estudiantes en las facultades, en las escuelas y en los institutos, de los que nos educamos colectivamente en los Bachilleratos Populares. Somos parte de los que peleamos por la tierra en el interior oculto y por la vivienda en la ciudad ninguneada, de los que defendemos nuestros bienes naturales del saqueo y la contaminación de los grandes patrones del agro y la minería.
En los últimos tiempos, muchos de nosotros hemos confluido en una experiencia de unidad, la COMPA (Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de Argentina) y hemos realizado el Foro Nacional de Educación para el Cambio Social en nuestra Ciudad, reventando la Plaza Houssay y las facultades aledañas con miles de jóvenes de todo el país que nos encontramos para compartir discusiones, esperanzas y luchas.
Pensamos que este espacio debe darse una estrategia de poder que no ignore lo electoral. En ese sentido, creemos que existen las condiciones para empezar a plantearnos una construcción de largo plazo en la Ciudad de Buenos Aires, un proyecto para que esta ciudad sea rehecha por sus sectores populares que hoy sufrimos y soportamos esta ciudad de elites. Una ciudad donde lo público no sea sinónimo de desastre y precariedad, sino de calidad y de popular; con salud y educación de excelencia y para todos y todas, donde las decisiones las tomemos los interesados y no quienes lucran con la salud y educación privadas; donde los espacios públicos sean disfrutables y aporten a recrear la idea de lo colectivo, donde la cultura no sea una mercancía más y se apueste a fortalecer las movidas y centros culturales que surgen y bullen entre la juventud y la población; donde se haga realidad el derecho a la vivienda digna y se priorice el uso social de las miles de viviendas deshabitadas; una ciudad sin exigencias de “mano dura” para proteger los intereses del poder, mientras miles de niños son condenados a vagar sin futuro.
La nueva izquierda tiene por delante una tarea enorme legada por otras generaciones, pero también la fuerza que acumula día a día para llevarla a cabo. Ese es nuestro desafío, que preferimos presentarlo como una convocatoria.