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Ante un triunfo del kirchnerismo el próximo 23 de octubre


Necesitamos un proyecto popular y emancipador

Las organizaciones que firmamos esta declaración creemos que el importante porcentaje de votos alcanzado por Cristina Fernández en las primarias del 14 de Agosto, así como la muy pobre elección realizada por los representantes de la más rancia derecha argentina abren un nuevo escenario político en el país. El Gobierno Nacional ha logrado mostrar un alto consentimiento respecto de sus principales políticas, así como también la fortaleza relativa del sistema político, tan cuestionado diez años atrás. Los resultados también develan la incapacidad que han tenido los sectores más conservadores para poner en pie un proyecto que exprese sus intereses corporativos y sea respaldado por amplios sectores de nuestra sociedad.

Quienes militamos día a día por la construcción de poder popular y soñamos con un país de plena dignidad humana, soberano, justo y sin opresiones de ningún tipo, compartimos las aspiraciones de mucha gente de nuestro pueblo que votó al oficialismo como una manera de rechazar cualquier vuelta al pasado y esperando que se avance en la resolución efectiva de los más acuciantes problemas sociales.

Sin embargo, entendemos que lo que hace falta no es “profundizar el modelo”, sino poner en discusión sus pilares fundamentales. Consideramos imposible avanzar en una sociedad más justa si sostenemos un modelo económico basado en los agronegocios, la primarización de la economía, la dependencia de las materias primas y una industria cuyo fin es la realización de ganancias extraordinarias para algunas multinacionales y las grandes empresas locales. Pensamos que no vamos a alcanzar la vida que queremos sin terminar con el saqueo y la contaminación y sin recuperar nuestros recursos estratégicos. Creemos que es imposible acercarnos a la sociedad que queremos sin modificar la estructura tributaria regresiva que castiga al pueblo y no a los ricos, y que deja sin gravar la renta financiera. Estamos convencidos de que con trabajo precario y flexibilizado, y sin democracia sindical, no construimos el país al que aspiramos. Tampoco podemos avanzar en ese sentido si no refundamos el sistema público de salud, construimos una educación liberadora y desterramos el problema de la vivienda.

Revertir estos aspectos centrales del actual modelo es lo que debería guiar a un gobierno con voluntad de transformación social. No creemos que sea ésta la vocación del gobierno actual, más allá de valorar las medidas que representan avances para los intereses populares y que retoman algunas de sus luchas históricas, como lo fueron la estatización de las AFJP, la Asignación Universal por Hijo o la ley de medios. Desde este lugar reafirmamos que no compartimos el proyecto político kirchnerista y creemos que debe ser superado poniendo en pie una alternativa verdaderamente popular, exigiendo y reivindicando una salida propia de los movimientos populares.

Frente al kirchnerismo, aparte de la oposición netamente de derecha, encontramos también el FAP, cuyo referente y candidato Hermes Binner aparece como la “novedad” de la elección. Sabemos que hay compañeros y compañeras del campo popular que se encuentran aportando a esta experiencia o tienen expectativas en este espacio y reconocemos la honestidad y el recorrido de lucha y militante de muchos de ellos. Sin embargo, creemos que de ninguna manera Binner y el Partido Socialista puedan representar una alternativa popular de gobierno. Por el contrario, son públicas varias de sus posiciones políticas en la que coincide con la derecha y su propia experiencia de gestión en Santa Fe –donde ha demostrado una sintonía evidente con los sectores más beneficiados por los agronegocios- sirve como ejemplo. Consideramos que Binner no pretende llevar adelante un programa de los sectores populares y que no representa una opción frente al gobierno sino que amenaza con reeditar la triste experiencia de la Alianza.

Por otro lado, tras las elecciones del 14 de agosto, Proyecto SUR no superó a nivel nacional la instancia de las primarias, aunque sí presenta candidaturas de compañeros del campo popular para diputados en algunos distritos. El FIT, por su parte, sí podrá presentar candidatos en todos los niveles de la elección. Con estos sectores, con los que compartimos diversos terrenos de militancia, nos separan importantes diferencias y nuestro proyecto político choca muchas veces con sus posiciones. Sin embargo, en estas elecciones apostamos a que el ingreso de luchadores populares al Congreso o a las legislaturas provinciales contribuya a dar la pelea por concretar toda una serie de demandas que nosotros también impulsamos, entre ellas el reclamo por el 82% móvil, el aumento del salario mínimo, el combate contra el trabajo precario y tercerizado, y es por eso que valoramos la posibilidad de que estas fuerzas puedan llegar a expresarse en el poder legislativo.

Las organizaciones que firmamos esta declaración queremos resaltar en este contexto la necesidad de los movimientos populares de elaborar nuestro propio proyecto de país. El kirchnerismo y el FAP comparten la característica de contar entre sus integrantes con movimientos sociales y populares de larga trayectoria jugando un rol secundario. Creemos que estas experiencias demuestran que subordinados a políticos profesionales que responden a distintos sectores dominantes, los movimientos populares siempre estaremos condenados a conformarnos con lo que hay. La tarea de la década es construir un proyecto emancipador propio, con la fuerza de los/as oprimidos/as y con el sueño de la Patria Grande.

Por esto mismo, como parte de los movimientos y organizaciones populares de Argentina que, aún sin presentarnos en estas elecciones, tenemos un proyecto de país y luchamos cotidianamente por su concreción, convocamos a participar del 1º Foro por un Proyecto Emancipador, a realizarse el 19 de noviembre, a pocos días de las elecciones, porque la construcción de un país por y para el pueblo no empieza ni termina el 23 de octubre

La próximas elecciones significarán el fin del relato del “gobierno débil” frente a la “derecha desestabilizante” o el “monopolio mediático”. Ocho años significan una trayectoria considerable. Sin dejar de respetar a muchas organizaciones y militantes comprometidos que hoy tienen expectativas en el gobierno, sin dejar de estar dispuestos a defender lo conquistado por los sectores populares, debemos decir que no confiamos en la posibilidad que el gobierno tome un curso decididamente transformador. Por eso, los próximos cuatro años no nos encontrarán esperando, sino demandando, exigiendo, luchando y creando poder popular. Para que los derechos no sean un privilegio y para que una Argentina sin opresiones, digna, libre y soberana sea posible. 

Frente Popular Darío Santillán - Juventud Rebelde 20 de Diciembre - Rebelión - Corriente Universitaria - Socialismo Libertario






Entre lo viejo que no termina de morir y lo Nuevo que no termina de nacer.

La izquierda independiente ante las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires
Las organizaciones que firmamos esta declaración no somos neutrales ante lo que está en juego en estas elecciones ni somos indiferentes a los posibles resultados.Creemos que como campo popular tenemos una disputa fundamental en la Ciudad: derrotar al proyecto macrista que se instaló en el gobierno hace cuatro años y cuyas consecuencias hemos sufrido en forma directa.

Al mismo tiempo, consideramos que con sacar a Macri no alcanza. Por eso para nosotros el debate no puede reducirse simplemente a evaluar qué candidato “mide” más en las encuestas, sino que debemos pensar cómo se avanza en la construcción de un proyecto de Ciudad diametralmente opuesto.
En ese marco, el hecho de que las organizaciones de la izquierda independiente, que formamos parte de los sectores que han enfrentado las políticas del macrismo, no hayamos podido generar una opción político-electoral para este 2011 no representa una situación a naturalizar, sino un desafío de primer orden en el corto, mediano y largo plazo.
Preso en mi ciudad: cuatro años de Macri en Buenos Aires
La realidad que sufrimos en Buenos Aires desde 2007 nos muestra en toda su dimensión lo que la derecha “tecnocrática” y modernizada tiene para ofrecernos.
La gestión de Macri estuvo encaminada a consolidar una ciudad para pocos. Deterioró aún más la salud y educación públicas porque su ciudad es sólo para los que mandan sus chicos a las escuelas privadas y se atienden en las prepagas. Redujo el presupuesto de vivienda, castigó a los sin techo con la UCEP y mandó reprimir a quienes desesperados buscaron construirse un techo, siquiera precario, en ese enorme baldío abandonado, irónicamente llamado “Parque Indoamericano”.
Su ciudad es para los que habitan en las torres que crecieron como hongos o en sus countries de fin de semana. El gobierno de Macri criminalizó la protesta y la pobreza porque quiere una ciudad “libre” de pobres e “indeseables”. Blandió el cuco de la “mafia de los trapitos”, para ocultar la corrupción que brotó por todos lados. El sobreprecio escandaloso en la obra del Teatro Colón, las inacabadas obras contra las inundaciones, o las concesiones irregulares en la recolección de residuos son sólo una muestra de los numerosos escándalos, que alcanzaron un nivel bochornoso con las persecuciones a opositores con escuchas telefónicas incluidas.
Discursivamente, el macrismo buscó extender su ideario racista, xenófobo y antipopular. Cuando pudo, el gobierno del PRO aplicó la mano dura y se la reclamó al gobierno nacional, y no se cansó de responsabilizar a trabajadores, estudiantes e inmigrantes de los problemas que aquejan a la ciudad.
Pero fueron justamente estos sectores populares los únicos que ofrecieron una reacción digna contra esta gestión derechista. Con las movilizaciones contra la UCEP y la Policía Metropolitana; con la enorme rebelión estudiantil de los secundarios en reclamo de mejoras edilicias y más presupuesto educativo; con los trabajadores y trabajadoras de la salud, de la educación y de la cultura, y los cooperativistas, movilizándose en defensa de su salario y también de sus espacios de trabajo; con los sin techo, quienes se cansaron de falsas promesas y ocuparon terrenos; con los centros culturales y sus jóvenes quienes se negaron a cerrar sus puertas a pesar de la falta de subsidios y restricciones para el funcionamiento.
Fuimos nosotros, y muchas otras compañeras y compañeros del campo popular, quienes enfrentamos con mayor masividad y coherencia a Mauricio Macri en cada “parada brava” que nos tocó. En cada derecho que se intentó vulnerar. En cada conquista que se buscó anular.
El armado kirchnerista y las variantes por izquierda
Sabemos bien que Filmus no es lo mismo que Macri, y que para los intereses de los sectores populares no serían iguales las consecuencias de las políticas que uno y otro proponen. Pero tampoco consideramos que una gestión del PJ y el Frente de para la Victoria abra la posibilidad de atender las necesidades de las mayorías. Las experiencias de gobiernos “progres” anteriores al de Macri demuestran que no son garantía de una política de inclusión, de transformación de la Ciudad, ni de nada que se le parezca. La opción del progresismo porteño (ayer Ibarra, hoy Filmus acompañado en una “colectora” por el propio Ibarra) ha sido y es administrar “lo mejor posible” una Ciudad caracterizada por la desigualdad social y geográfica, el crecimiento de las villas miseria, la decadencia de la educación y salud pública (que no empezaron con Macri). A su vez, la propuesta de vicejefe encarnada en Carlos Tomada lleva consigo las escuchas telefónicas entre el Ministro de Trabajo y el asesino Pedraza, aun no investigadas, y como precedente la precarización que sufren los propios trabajadores y trabajadoras de su ministerioy el ninguneo y represión al ejemplar reclamo de los docentes de ADOSAC. Por otro lado, las elecciones porteñas no son ajenas a un “armado” nacional que, alrededor de la figura de Cristina, terminará reuniendo una amplia coalición de fuerzas que contiene a sectores de centroizquierda como Sabatella, pero también a lo más impresentable de la política clientelar y feudal del PJ, con un claro predominio de estos últimos. Scioli, Insfrán, Beder Herrera, Soria, Gioja, Menem y Capitanich son sólo algunos de los “sapos” que contiene el menú de la “profundización del modelo”. “Modelo” que, aunque incluya medidas progresivas –y que han formado parte de luchas históricas del campo popular- como puede ser la Asignación Universal por Hijo, se basa en una matriz que consolida la expoliación de los bienes comunes, la concentración de la riqueza y primarización de la economía.
Proyecto SUR, por su parte, tiene el mérito de haber colocado en la agenda pública un programa de transformaciones estructurales que en gran parte compartimos, posicionándose, en este plano, como alternativa “a la izquierda” del Gobierno Nacional. A su vez, cuenta entre sus filas a mucho de lo más valioso de la militancia social y política de la Argentina. Lamentablemente, el “personalismo” de Pino Solanas, su adaptación a la “vieja política” que lo lleva a priorizar acuerdos “opositores” con sectores conservadores y de derecha, y la orientación hacia el escenario mediático en detrimento de una construcción de base han imposibilitado desarrollar ese programa y enriquecerlo con nuevos aportes militantes.  Así, más allá del voto que legítimamente se le pueda dar a PSUR en tanto opción progresista ante el macrismo, pensamos que su proyecto ha perdido la vitalidad inicial y que por eso se impone la necesidad de construir una herramienta nueva para la militancia popular de nuestra Ciudad.
Sobre las listas de la izquierda tradicional, como el FIT, diremos que compartimos con estos compañeros y compañeras ámbitos de lucha y organización, disputamos nuestras diferencias en espacios de construcción cotidianos y sabemos de su compromiso con las necesidades de nuestro pueblo. Sin embargo, su sectarismo hacia otras expresiones del campo popular supone un límite serio para construir una opción en la Ciudad y en el país, al mismo tiempo que va en detrimento de lograr confluir con el sentir y pensar de los millones de argentinos y argentinas que quieren vivir en una sociedad más justa e igualitaria. No tenemos una receta y nos encontramos en ese camino de búsqueda, pero los partidos tradicionales de la izquierda nos han demostrado en reiteradas ocasiones sus limitaciones para construir esa política. Más allá de estas divergencias, entendemos que algunos compañeros apoyarán al FIT con la pretensión de que ingresen a la legislatura o que los votarán en las primarias, para tratar de evitar que los partidos que lo integran pierdan su personería electoral. Acordamos con defender el derecho democrático de las expresiones de izquierda y valoramos positivamente que militantes del campo popular entren a la Legislatura (sean del FIT, PSUR, Zamora, etc), ya que serán una ayuda para los movimientos populares en sus luchas diarias. Sin embargo, estamos convencidos de que de lo que se trata, estratégicamente, es de construir un espacio superador de la izquierda tradicional, de sus prácticas y de sus concepciones.
Ni opinólogos ni espectadores de lujo: una fuerza en construcción
No nos pensamos poseedores de alguna “verdad revelada” y tratamos de evitar el tono pedante de quien cree “tenerla clara”. Nuestra palabra parte de reconocer las propias debilidades y carencias. Debilidades del campo popular en su conjunto, que no logró capitalizar el fabuloso movimiento de transformación que sacudió la Ciudad en el 2001/2002 mientras miles en asambleas barriales, piquetes y fábricas recuperadas intentábamos tomar la historia en nuestras propias manos. De esta manera, hoy se llega a este proceso electoral sin capacidad de disputa real, sin una alternativa que exprese cabalmente una perspectiva de cambio para y desde los de abajo. Pero también  debilidades de la izquierda independiente, ese espacio político, social y cultural desde el cual no hemos logrado aún constituir una herramienta política capaz de hacerse oír masivamente, incluyendo el terreno electoral. Tenemos por delante, en tanto parte de ese amplio y heterogéneo espacio que busca la constitución de una nueva izquierda, la responsabilidad de saldar esa cuenta pendiente.
Estamos convencidos de que somos muchos los que pensamos que hoy no existe un proyecto alternativo para gobernar la Ciudad de Buenos Aires, afirmado en una amplia construcción popular y portador de una perspectiva transformadora. Que apunte a unir la ambición de disputar la jefatura de gobierno para revertir las políticas que se vienen impulsando desde hace décadas en la Ciudad, con la construcción de la articulación y la fuerza social suficientes para llevar adelante las medidas necesarias. Y que sea coherente con las demandas y el sentir de los que anhelamos un proyecto de transformación social.
Es en este marco, que podemos comprender y respetar los motivos por los que cada amigo, compañero o compañera de laburo, barrio o aula elegirá votar a uno u otro candidato de las distintas listas opositoras (Filmus, Pino Solanas, FIT, Zamora, etc.)
¿Qué vamos a construir cuando pase el temblor?
Un nuevo triunfo del PRO sería una pésima noticia. Para nosotros, derrotar esa posibilidad es un compromiso ineludible, pero también consideramos que aún venciendo en estas elecciones los límites de la estrategia progresista y de izquierda en la Ciudad son evidentes.
Tal vez no nos corresponda principalmente a nosotros y nosotras cargar sobre nuestras espaldas el peso de la inexistencia de ese espacio político transformador que pueda darle un vuelco a la política porteña, pero sí está a nuestro alcance asumir la tarea de construirlo. Proponernos la construcción de una fuerza que ponga sobre la mesa los temas claves de la Ciudad y salga, codo a codo con los que enfrentamos día a día las políticas del macrismo, a construir otro modelo de Ciudad.
Las organizaciones que integramos ese espacio en construcción al que llamamos “izquierda independiente” hace años que venimos impulsando, en distintos puntos del país, espacios de lucha y de organización popular. Somos parte de los que peleamos por trabajo y dignidad en los barrios, de los que nos estamos organizando en nuestros lugares de laburo sin brillos ni flashes pero sin pausa. Somos parte de los que refundamos la FUBA y los centros de estudiantes en las facultades, en las escuelas y en los institutos, de los que nos educamos colectivamente en los Bachilleratos Populares. Somos parte de los que peleamos por la tierra en el interior oculto y por la vivienda en la ciudad ninguneada, de los que defendemos nuestros bienes naturales del saqueo y la contaminación de los grandes patrones del agro y la minería.
En los últimos tiempos, muchos de nosotros hemos confluido en una experiencia de unidad, la COMPA (Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de Argentina) y hemos realizado el Foro Nacional de Educación para el Cambio Social en nuestra Ciudad, reventando la Plaza Houssay y las facultades aledañas con miles de jóvenes de todo el país que nos encontramos para compartir discusiones, esperanzas y luchas.
Pensamos que este espacio debe darse una estrategia de poder que no ignore lo electoral. En ese sentido, creemos que existen las condiciones para empezar a plantearnos una construcción de largo plazo en la Ciudad de Buenos Aires, un proyecto para que esta ciudad sea rehecha por sus sectores populares que hoy sufrimos y soportamos esta ciudad de elites. Una ciudad donde lo público no sea sinónimo de desastre y precariedad, sino de calidad y de popular;  con salud y educación de excelencia y para todos y todas, donde las decisiones las tomemos los interesados y no quienes lucran con la salud y educación privadas; donde los espacios públicos sean disfrutables y aporten a recrear la idea de lo colectivo, donde la cultura no sea una mercancía más y se apueste a fortalecer las movidas y centros culturales que surgen y bullen entre la juventud y la población; donde se haga realidad el derecho a la vivienda digna y se priorice el uso social de las miles de viviendas deshabitadas; una ciudad sin exigencias de  “mano dura” para proteger los intereses del poder, mientras miles de niños son condenados a vagar sin futuro.
La nueva izquierda tiene por delante una tarea enorme legada por otras generaciones, pero también la fuerza que acumula día a día para llevarla a cabo. Ese es nuestro desafío, que preferimos presentarlo como una convocatoria.
 

Ante la muerte del ex-presidente Kirchner


En la mañana del miércoles, falleció Nestor Kirchner. Presidente ayer, diputado hoy, transversal de a ratos y pejotista desde siempre, deja en la historia argentina la huella de una década signada por su particular estilo de liderazgo e iniciativa gubernamental y su presencia hegemónica en la vida política de nuestro país.

Con los años, su nombre quedará asociado a ciertas conquistas democráticas básicas: la nueva ley de medios, la estatización de las AFJP, la asignación universal por hijo, el fortalecimiento de la unidad latinoamericana, el fin de la impunidad para los genocidas de ayer. Para nosotros, aparecerán con igual nitidez ciertos elementos esenciales de este proyecto: la asociación con grupos monopólicos locales y extranjeros, la continuación del saqueo de nuestros bienes naturales, el apoyo a la burocracia sindical y a mucho de lo peor de la “vieja política”. La masiva precarización de los trabajadores y la persistencia de una distribución de la riqueza cada vez más desigual serán otros de los elementos siempre presentes a la hora de pensar la época y las coordenadas del kirchnerismo.

Sectores importantes del campo popular vieron en el proceso de los últimos años una esperanza de renovación y cambio para las mayorías explotadas de nuestro país. Sin compartir su perspectiva, saludamos a esos compañeros y nos solidarizamos con su dolor sincero ante la pérdida de un referente.

Nuestra apuesta seguirá por el camino de contribuir al armado de una fuerza popular que supere la disyuntiva entre lo que hay y lo peor, para poder construir de conjunto una Argentina justa, soberana e igualitaria.