Macri y el tarifazo en el Subte:



127% más antipopular

La Ciudad de Buenos Aires comenzó el nuevo año sacudida por el tarifazo en el Subte. Sin esperar ni un día, desde que el control de los subterráneos pasó a ser jurisdicción suya, el gobierno de Mauricio Macri dispuso un aumento del boleto, pasando de $1,10 a $2,50. Este abrupto aumento del 127 % en la tarifa se da pasando por arriba instancias como la audiencia pública, requisito legal necesario y previo a la modificación del valor de cualquier servicio público en la Ciudad de Buenos Aires. Y fundamentalmente, se da sin contemplar las necesidades de millones de usuarios que utilizan el Subte todos los días para ir a trabajar y estudiar, y que se ven fuertemente afectados por este tarifazo, que deja al desnudo muchas cosas para que los porteños y todos los que vivimos y transitamos por esta ciudad reflexionemos.

En primer lugar no podemos soslayar que este aumento se da en un contexto de probable desaceleración del crecimiento económico en el país, cuando ya se pretende poner un piso del 18% de aumento en las paritarias y mientras asistimos a procesos de ajuste en Estados provinciales como Santa Cruz y Río Negro, y se están revisando los adicionales y bonificaciones de 300 mil empleados estatales.

El Gobierno Nacional se encuentra en proceso de reacomodamiento de las cuentas del Estado, que sufren desde hace un tiempo un deterioro incipiente, y es en ese contexto que se ha empezado a quitar el subsidio a distintos servicios públicos, aunque de modo gradual y segmentado. En el mismo sentido de acotar gastos se ha presionado a la Ciudad de Buenos Aires para que se haga cargo del control del subterráneo. Así es que finalmente Macri, que venía reclamando hace 4 años para que se le transfiriera la Policía Federal, el puerto y el subterráneo para profundizar su llamada autonomía, término acordando el traspaso. A pesar de que había declarado que iba a realizar estudios antes de contemplar cualquier tipo de aumento, en menos de un día Mauricio Macri decreto un aumento del 127%, amparándose en la quita del subsidio contemplada en el acuerdo con el Gobierno Nacional.

Al igual que gran parte de los servicios públicos, y en particular los de transporte, el Subte recibe un subsidio del Estado Nacional. El traspaso del subte a la Ciudad vino incluido con una quita del 50% del mismo, pasando así de 720 millones anuales, a 360 millones, que el Estado nacional le otorgará al de la Ciudad durante el año 2012. Ante esta situación, la decisión de Macri fue volcar toda esa quita hacia el bolsillo de los usuarios, que pasarían a pagar más del doble de lo que venían pagando, por un servicio, de mas esta decir, pobre e ineficiente.

Como la empresa de papá

La medida pone en evidencia la concepción, ya puesta en marcha durante los 4 años del gobierno de Macri, de gestionar al Estado como si fuera una empresa, poniendo la rentabilidad por encima de las necesidades de los habitantes. En este caso, privilegiando las ganancias extraordinarias de una empresa frente a la calidad y valor de un servicio público que utilizan más de 1 millón y medio de personas que viven, trabajan o estudian en la ciudad de Buenos Aires. Un transporte que se encuentra colapsado por la falta de inversión en nuevos trenes, mantenimiento, y totalmente desbordado para brindar el servicio. Con una red desde hace años estancada, cada nueva estación es un proceso que dura cuatro años. Justamente el gobierno PRO es el que prometió que haría kilómetros de subtes y tan solo inauguro la estación Corrientes de la línea H. Pensar que una ciudad como la de Buenos Aires, en la que viven 3 millones de personas y en la que transitan otros millones más, puede prescindir de un servicio económico para atravesarla de punta a punta es solo muestra de una idea elitista de ciudad y de la falta total de planificación.

Mientras la venta de automóviles crece año a año y supera records en la ciudad de Buenos Aires, y mientras todos los medios de transporte se ven desbordados por la cantidad de personas que los utilizan, no hay medidas serias de regulación del tránsito, no hay planificación, sino simplemente medidas que representan golpes de efecto, como las bicisendas o el metrobus, que no modifican el sistema del transporte porteño ni resuelven los problemas que afectan a millones de usuarios. Esta situación obviamente excede la de la Ciudad de Buenos Aires, y se repite en todos los medios de transporte. Días atrás vimos como ocho personas cayeron desde el ferrocarril San Martín, un tren emblema en materia de deterioro. Esto se replica en otras líneas de ferrocarril y en los colectivos, donde viajamos como ganado por consecuencia de la desidia de empresas que no invierten un centavo mientras se llenan los bolsillos y gozan de la tutela de un Estado que subsidia sus ganancias millonarias y no las controla.

Así el transporte público termina siendo un negocio redondo para empresas que tienen todo para ganar y nada para perder. Sin necesidad de invertir en infraestructura y en mejorar el servicio (en la concesión esta especificado que las inversiones le corresponden al Estado y no a la empresa) las empresas se limitan a brindar, pésimamente, un servicio. La empresa Metrovías, subsidios mas, subsidios menos, es un claro ejemplo, al recibir del Estado millones en subsidios, para financiar no un transporte adecuado a las necesidades de la Ciudad, sino los más de 100 millones de pesos en ganancias que distribuyo cada año.

Dejar atrás los 90

De una buena vez debe discutirse porque los servicios públicos tienen que ser manejados por empresas privadas. Entre tantas menciones a las herencias de los años 90 es bueno que recordemos que la idea de que el Estado no puede manejar los servicios públicos es netamente menemista. Fueron contados, y con resultados diversos, los casos en que se recuperó durante estos años el control de servicios públicos por parte del Estado (el correo, Aerolíneas Argentinas y la distribución de agua potable). Estos pocos casos recibieron en embate mediático y corporativo de aquellos voceros del neoliberalismo que destruyeron el país y aún hoy siguen “dando consejos”. En general se sigue manteniendo una matriz en la cuál se presenta como evidente el control privado de los servicios y el transporte. Al contrario de esto, es necesario tomar al transporte como un servicio público, y no como un nicho de negocios y ganancias para algunas empresas. Tanto en Buenos Aires como en el resto del país donde las tarifas son mas caras aun que en la capital, es necesario poner el bien social por encima de la mercancía. La posibilidad de las personas de trasladarse para trabajar o buscar trabajo, curarse, educarse, visitar a sus afectos, no puede ser objeto del negocio y el lucro capitalista.

Quienes pensamos en cambiar la Ciudad de Buenos Aires entendemos este conflicto como una oportunidad para poner varias discusiones sobre la mesa, como ya mencionamos; la planificación del transporte, la idea del transporte público como bien social y la necesidad de que el Estado se haga cargo totalmente de estas empresas. En el mismo sentido podemos discutir los mismos subsidios. Los docentes porteños que prestan un servicio publico de primer orden, los enfermeros y empleados no jerárquicos de hospitales públicos, los trabajadores que se encuentran con bajos salarios, los desocupados, los estudiantes secundarios y los universitarios creemos deben ser atendidos como sectores a los que se debería subsidiar y ofrecerles en algunas casos boletos sin costo y otros con un costo diferencial del boleto común. Este tipo de políticas es totalmente lo opuesto a no desagregar actores, pasar por encima de instancias constitucionales y aumentar drásticamente un 127% que termina afectando principalmente a los que más lo necesitan.

Afortunadamente los porteños contamos con un sindicato de los trabajadores del subterráneo (AGTSyP) que da ejemplos para todos los trabajadores. Alejados de toda conducta corporativa los trabajadores del subte han convocado a la formación de una Multisectorial contra el tarifazo, logrando reunir a un amplísimo arco de organizaciones entre las cuales nos encontramos. Los mismos trabajadores que son tan criticados cuando paralizan el subterráneo por reclamos salariales han decidido ahora levantar los molinetes para que todos viajemos gratis, para que se de marcha atrás con el tarifazo y se convoque a una audiencia publica para analizar la situación integral del subte. Nuestra corriente está participando activamente en las bocas de subte, siempre a disposición de los compañeros del subterráneo, juntando firmas y discutiendo con los millones de usuarios del subte, por otro transporte, por otra Ciudad.

Juventud Rebelde – 20 de Diciembre-

La Mella – Presidencia FUBA

Lobo Suelto – Secundarios

Corriente Sindical Agustín Tosco

Casa Popular Vientos del Pueblo - Casa Popular Azucena Villaflor